martes, septiembre 20, 2005

QUE GRANDE



No conocían el mar
y se les antojó más triste
que en la tele,
pájaros de Portugal
sin dirección ni alpiste
ni papeles.


Él le dijo vámonos,
dónde le respondió
llorando ella,


lejos del altar mayor,
en el velero pobretón
de una botella.


Despójate del añil
redil del alma de nardo
con camisa.


Devuélveme el mes de abril,
se llamaban Abelardo y Eloisa,
arcángeles bastardos de la prisa.


Escuchala