jueves, junio 01, 2006

Ni en las mejores familias

El jueves 1 de junio del año 2006, se presentaba tan gris como un lunes cualquiera. Pero nada mas lejos de la realidad.
Todo empezó a eso de las 8 de la mañana. Mi primito magano, tras parecer un zombie atontado la tarde anterior, por la valeriana (o semejante) que consumió, supuestamente con el fin de templar los nervios, se presentaba, a escondidas de sus conocidos (menos un servidor), por tercera vez al examen práctico para sacarse el carné de conducir. Yo, en vista de no haber tenido aun noticias suyas sobre las once de la mañana, decidí buscar su nombre en la agenda de mi móvil, para preguntarle como había ido todo.
Tras sonar un par de tonos, alguien descolgó el teléfono, y como si de un contestador automático se tratara, alguien dijo:
"Está usted hablando con un conductor"
Regocijo, jolgorio, algarabía.

Por fin los frutos de tantos nervios durante tanto tiempo, habían florecido. Eso y una cantidad bastante maja de euros.
Todo habría quedado solamente en una muy buena noticia, si al encender el Messenger, ya por la noche en casa, no me hubiese enterado de un par de sucesos más.
El primero era uno también esperado durante algún tiempo. Aunque a decir verdad no era tan histérica la espera. La editorial con la que mi primito se haya en negociaciones le anunciaba la fecha para la salida a la venta de su primera novela "La isis dorada" (título provisional), para enero del 2007.
Más regocijo, más jolgorio y más algarabía.

Aun no había acabado de asimilar esta última y esperada noticia, cuando el señor magano, me hace conocedor de un mail que acababa de leer. En este, se le informa de que el CV. que había enviado hacia un tiempito, encajaba con el perfil de gente que andaban buscando para un trabajo. Trabajo en el que (a mi entender) el susodicho suertudo se sentiría como pez en el agua, escribiendo sobre aquello que tanto le gusta y que tan talentosamente sabe escribir. Arte.
Triple regocijo, triple jolgorio y triple algarabía.

Está claro que esta mañana, cuando nuestro protagonista iba camino de la autoescuela, para hacer el examen, se encontró con uno de los duendecillos que anuncian constantemente los de la ONCE.
"¡CON UN PAR!"
Enhorabuena, primito.

P.D.: Cuando le saques el jugo al duende, pásamelo. Mi novia no para de decirme que quiere uno.