miércoles, junio 29, 2005

Crónica Sábado 25 de junio de 2005



Le di la bienvenida al verano de una peculiar manera. Mientras otros se dedicaban hacer hogueritas en playas mediterráneas, yo dormía para estar descansado y con energías para el sábado que me esperaba. Yo que pensaba tener uno de esos fines de semana de tocamientos testiculares, café y películas descargadas ilegalmente de Internet. Pero terminé yendo de el arte del cine al arte de la música, pasando por el arte del botellón, todo ello bajo el poco remunerado vicio de la fotografía.
Dos menos cuarto de la calurosa tarde. Entrevías se derretía, yo de negro y allí no había nadie. Mi contacto del NIC / Instituto del Cine Madrid me había citado a las dos, pero mi manía de llegar siempre pronto me hizo esperar media hora escondido en la única esquina con sombra de toda la calle, Trinaranjus en mano y mochila, con todo el material fotográfico, en espalda. A las dos y cuarto por fin apareció alguien por ahí. Un primer piso destartalado con bolsas de basura de atrezzo y mierdas de perro fabricadas con arcilla por el suelo, hacia las veces de plató para el primer largometraje (de bajísimo presupuesto) del Instituto.

Me disponía a prepararme para hacer fotos como un descosido y poder irme pronto a la otra cita, que desde hace meses tenia prevista, cuando me dicen que hasta dos horas después no empezaría el rodaje, por ausencia de los actores. Así que a contar horas (de pie a falta de sillas) esperando a que aquello empezara. Mientras tanto me dediqué a sacar fotografías de focos, trípodes, mesas de mezclas y todo tipo de detalles que luego vienen bastante bien para rellenar el periódico del NIC, y a charlar con los chavales que ya estaban por allí preparando la escena que rodaban ese día.

Siempre he tenido la fortuna de siendo heterosexual convencido, reconocido, declarado y muchas veces alabado, tener el gancho para acabar charlando con el elemento homosexual del grupo. Aun así, nunca he acabado tan mal parado como en una ocasión, hace años, de la cual no quiero acordarme. El calor me convenció para bajar a tomar una caña con el fin de refrescarme y hacer tiempo a que empezara el susodicho rodaje. “Animales de compañía” es el nombre del largometraje.

La historia de un ciego que se lía con una madre soltera. La verdad es que la historia (tal y como me la contaron) no me dice mucho, pero no quiero tirar piedras contra el tejado del primer largometraje del que voy a diseñar el cartel. Si amigos. Me ofrecí para hacerlo. No se si sacaré algo de ello. Pero al menos podrá ser una línea más en mi CV.
Por fin llegaron los actores, entre ellos el perro lazarillo del ciego. Fue el que más cantidad de fotos se dejó hacer. Tras unas cuantas fotos más, algunas risas, y unos cafés aguados recogí mis cosas y me fui. Ojala pudiese decir que con viento fresco, pero la climatología no me permitió esa licencia literaria.
Plaza de Colón. Ocho de la tarde. El calor era menos intenso aunque igual de pesado. Mi colega y yo repasamos un poco por encima nuestra vida sentimental, mientras nos dirigíamos al autobús camino del Metro Rock. Hicimos una parada en el Hipercor de campo de las naciones para ingerir algo sólido antes de entrar a los conciertos, con muy buen ojo, ya que dentro las colas para adquirir alimentos eran interminables y seguramente los precios insultantes.
He de decir que las entradas fueron un regalo de cumpleaños del compadre que me acompañaba. Tres eran tres las entradas regaladas. Una para el, otra para mi y la tercera para alguien que en el último momento no pudo venir. Es curioso la cantidad de novios/as que le pueden salir a una entrada de un festival de música. Así que al final nos decidimos por quien mas nos convenía. Un hombrecillo desesperado que nos ofreció 15 euros por una de ellas, que bien nos vinieron para los efluvios consumidos dentro del recinto del festival. Y allí nos metimos tras un largo laberinto sin sentido que había que cruzar para llegar a los dos escenarios. Dentro de la lista de grupos para ese día, solo había un grupo que me interesaba. El grupo que durante casi toda mi adolescencia fue mi favorito y al que nunca había visto en directo. Siniestro Total. Dado que aun quedaban un par de horas para el inicio del concierto estrella, nos acercamos a ver a Def Con Dos. Grupo que mi compañero estaba muy interesado en ver.

Esta vez, en lugar de Trinaranjus, mini de cerveza en mano, y aun la mochila fotográfica en la espalda, intentamos cruzar el gallinero (nunca mejor dicho) camino de lo que parecía una gran barra de bar al aire libre, cuando un tirón en la mochila, me hizo girarme con ganas de propinar una suculenta ostia al personaje que intentaba tocar mis instrumentos de trabajo. Nada mas lejos de las intenciones de Jorge (mi compañero) que era quien me tiraba de la mochila con el objeto de llamar mi atención.

- Ahí atrás hay un tipo que te conoce. Me ha dicho “Ese es Gonzalo, ¿verdad?”

Allí se encontraba un antiguo colega del barrio, del que salí corriendo en cuanto pude, y una compañera suya de trabajo. Así que, casualidades del destino, como Jesús con los panes y los peces, nos multiplicamos por dos. Y el periplo orgiástico, alcohólico y musical empezó a ser algo mas interesante. En realidad no se cual es el problema que tenemos mi amigo yo. No es que no sepamos estar solos el uno con el otro, es que cuando se viene con nosotros alguien con menos pelo el pecho que nosotros (no todas) mas curvas en las caderas, el pecho y el trasero, tenemos mas estímulos para mantener los pies y las neuronas en activo, sin olvidarnos de los pulmones y del hígado.Recogimos viejos tiempos, bebimos, fumamos, hablamos, inventamos idiomas y vimos recorrer naves ardiendo camino de Troya. Todo aquello desemboco en lo que estábamos esperando. Yo especialmente desde hacia años. Primera fila, cámara preparada, cubata y tabaco. Y allí apareció Julián Hernández, bandurria eléctrica en mano y sus chicos. Foto va, salto viene, cigarro va, borracho de Orense viene. Pasamos el concierto entero recordando y conociendo canciones.

Lo mas triste de la noche es que pese a haber activado las neuronas con el fin de tener las palabras afiladas y el humor latente, la mejor frase de la noche la escupió Julián Hernández.

- “Estamos presentando a los músicos. No se conocían aún”

Mas saltos, mas gritos, nada de tabaco (todos cogían el mío) hasta que por fin terminó el concierto.
Parecía tan fácil volver a casa dada la poca distancia, que el destino empezó a jugárnosla. Una media hora antes, la compañera de trabajo del antiguo amigo que me encontré, se ofreció para acercarnos al cajero mas cercano, y así poder coger un taxi. Es curioso como la gente se echa atrás y como no se atreve a decirlo a la cara. Menos mal que nos dimos cuenta y decidimos largarnos a patita en busca de dicho cajero. Pero como últimamente nos pasa, no hay noche en la que cuando menos nos lo esperamos algo confabule con el destino dándole a la velada alguna pincelada que haga que la recordemos, o al menos la comentemos en mas de una ocasión, entre cañas y risas. Creo que es la primera vez que salimos corriendo literalmente para escapar de unas chicas algo ebrias de buen ver, que se proponían hablar con nosotros. Aun sigo sin saber por qué.
El caso es que gracias al helado improvisado que compramos en la única gasolinera-discoteca que conozco de Madrid, pudimos aguantar la hora y media de paseo cuesta arriba en busca de un taxi que nos acercara a casa.
Un consejo. No llaméis a Radio-Taxi en mitad de una zona deshabitada a ciertas horas de la noche. No suelen hacer ni puto caso. Es más, estoy por proponer al Partido Popular y su ridícula política panfletera y pancartista, que el sábado que viene hagan una manifestación contra Radio-Taxi. Oh … ¿a la iglesia le molestará esto? ¿Será Rouco Varela aficionado a ir en taxi? No lo se, pero desde aquí hago un llamamiento para unir firmas con el fin de reforzar el servicio nocturno de taxis los fines de semana por la periferia, o en su defecto, para que este pueblo mío, vuelva a ser lo que fue y los conciertos buenos se hagan en el centro.

Posdatas:
Julián Hernández, estas mayor, pero aun puedes. Vuelve con el señor Costas.
Jorge, para el año que viene más. Pero tráeme un fiordo de vainilla.
Fraga, retírate y vuelve con tu antiguo jefe a su actual casa. El valle de los caídos.
Gallardón, majete, cúrrate un Palau San Jordi en mitad de la castellana, carajo.
Lázaro, levántate y anda.

jueves, junio 23, 2005

NO SOY UN MUÑECO QUE CANTA

No soy un muñeco que canta
a la luz de unas faldas
por un poco de calor.

Si te llamo a viva voz
es por hambre de los versos
que en mi boca siguen presos
de no escucharte otro “NO”

Si no grito demasiado
es por miedo al escenario
que se levanta en tus manos
junto a un güisqui “on the rocks”