miércoles, julio 26, 2006

Radiografía

Eran las 12 del mediodía de un caluroso miércoles de verano. Yo me deleitaba con uno de los nuevos sabores de Fanta. El de sandía. Y en ese preciso instante el teléfono sonó. Nadie de los allí presentes estaba tan cerca como yo de algún terminal de la oficina. Así que me lancé a coger el teléfono con la mano que me quedaba libre. Pero un trozo de madera, que correspondía a la pata de la mesa de mi jefe, no solo me impidió llegar a mi destino, chocándose brutalmente con el dedo meñique de mi pié derecho, si no que además me hizo derramar gran parte del contenido de la original lata que tenia en la mano.
Mi primera intención, además de vociferar a los cuatro vientos que tipo de actividades naturales propias de la digestión pretendía realizar sobre la reputísima madre del que corta árboles y se los vende a Ikea en forma de mesas, fue arrojar la lata contra el suelo para descubrir hasta que punto podía llegar a desafiar las leyes de la gravedad con el rebote de la Fanta sabor a sandía.
Nada mas lejos de la realidad. Aspiré cerrando los ojos, intentando adquirir calma del aire, supongo. Apoyé la lata pacíficamente sobre la mesa. Dejé que otro compañero cogiera el teléfono. Y cojeando me fui en busca de papel de cocina para recoger el liquido vertido.
Así que al final la lata la pude guardar ya que me resulta bastante original su diseño.
En cuanto a lo del pie, nada del otro mundo. Cógete un taxi, vete a urgencias con un dolor que te cagas, espera en la sala, etc, etc, etc.

Al final miren lo que me he sacado. Una bonita foto de los huesitos de mi pié y una cajita de antinflamatorios. Con el consabido dolor del carajo. Voy por casa como el Doctor House por su hospital. Solo que yo no tengo con quien meterme.