domingo, noviembre 27, 2005

Anoche, en el Savoy

Muchacho, nunca serviría de nada andar intimando con uno mismo, cuando uno mismo es el mayor de los exponenetes de la propia depresión. Asi que no andes jodiendo la marrana y dirígete hacia donde quieras. Sorprendete. No te preguntes nunca cual es la meta. Solo anda hacia donde tengas que hacerlo. Si es una lagrima lo que tus ojos gritan a llantos, que se joda la sequedad de los malos tiempos. Para eso se inventaron. Imprimele el carácter de tus grandilocuencias y que no frenen sus intentos de suicidio. ¿Que se quieren tirar? Adelante. Esas lágrimas ya no te pertenecen, sácalas.
Tampoco sirve de nada preguntarle a un olmo para cuando tendrán mejor sabor las peras. La ley de la gravedad, muchacho, se inventó para vivir contradiciendola. No para contradecirla para vivir. La vida es mucho más que la piel que nos recubre... el alma. La vida es el alma y su piel, es la sangre y las venas, el pan y la mortadela.
No andes lamentandote, muchacho, por las horas que no has querido vivir en tu piel. Las mejores mujeres son aquellas que adjetivan de peligrosas tus mejores amigos. Incluso tu propia conciencia. Las mejores mujeres, muchacho, son aquellas que en una noche son capaces de dejarte tirado en la calle, sin una sola moneda en el bolsillo, la lengua asfaltada por la madrugada, y las costuras de la piel a la vista.
Si las buscas, las encuentras. Aunque ten por seguro, muchacho, que será su marido quien les prepare el desayuno.

“Si la vida se deja yo le meto mano, y si no aun me excita mi oficio”
(La del pirata cojo) Sabina.

3 comentarios:

mOe:) dijo...

Amen :)

El Selenita dijo...

He dicho.

El Selenita dijo...

Falto de educación? Jejejeje, solo era literatura.